Grandes DTs sobrevalorados del fóbal mundial – Volumen 2: Marcelo Bielsa

¿Qué tal amiguitos? Si alguno recuerda la primera edición de estos posts, notará que uno de los criterios a tomar en cuenta para incluir a un director técnico en este apartado -no necesaria, pero recurrente- era la conversión del personaje en cuestión en un arquetipo de ciertos valores deseables para la mayoría de las personas -y que, como se consideran bienes escasos, deben ser defendidos cual trinchera francesa en 1914 (?)-.Precisamente, el rosarino -quizás a pèsar de él, o no tanto- es un claro exponente de este criterio, y por eso no podía faltar en esta saga. Bah, por eso y porque las discusiones Bielsa SI / Bielsa NO suelen asegurar un flujo de comentarios mayor, tenemos ganas de expandir la tribu (?).

DIGNIDAD Y ORO, PUTOS (?)

Hay dos cosas que, a lo largo de los años, no sólo perduran en este país, sino que hasta logran que algunos se hagan un dinero «robando» con la misma canción -vaya ironía, como se verá-. Una es la existencia de corruptos -en general, aunque no exclusivamente, referido a los funcionarios públicos que se quedan con algún dinerillo del erario público, o bien que actúan en función de los intereses de un privado a cambio de una suma acordada de dinero-. La otra, es la existencia de gente que vive de hablar de la corrupción, ya sea para hacer monólogos humorísticos o para jugar a la investigación periodística -algo bastante complicado en un país donde dicho oficio suele ejercerse bajo el contrato de ciertos grupos de poder, quienes no están exentos de dichas prácticas corruptas-. Desde esos lugares, se impuso -no carente de cierta lógica, de otro modo no sería creíble- un discurso donde los argentinos seríamos el paraíso de la corrupción -lo cual es otra faceta del agrande argentino, ni siquiera en ese rubro pasamos de cuartos (?)- y donde a este país se lo arregla con gente honesta, con independencia de su capacidad para la función pública o para los cargos a detentar. No pretendo extenderme mucho mas sobre este tema -de hecho, hay un interesante texto escrito por el bigote bostero de Caparrós a tal efecto-; pero uno no puede dejar de señalarlo aquí, ya que justamente el honestismo es parte del aura sobre el que demasiada gente cimenta las calidades y capacidades de Bielsa para ejercer su trabajo, que no es justamente ser fiscal anticorrupción (?). Es decir, sobre él se arma, se construye y se sostiene un discurso donde la honestidad de su persona -real o no, no viene al caso- predomina como argumento casi por sobre cualquier otra característica de su accionar como entrenador de fútbol -y cuya expresión mas contundente sea quizás la imagen de arriba-. Construcción aún mas potenciada en un deporte y un ambiente donde esa honestidad exhortada parece estar mas ausente aún.

Pero, como justamente a nosotros nos importa el fútbol, quizás sea mucho mas interesante hablar del personaje como DT. Quizás nos encontremos con un conductor, no sólo en la vida sino en el fútbol.

MAB, Sabella y el señor con la carterita sobaquera al medio, presto para volver al tacho. Hola José Néstor (?)

Marcelo Alberto Bielsa nació en 1955 en la ciudad de Rosario. Sacando el temita espacial, veremos que comparte con el primer homenajeado de la sección ciertas cuestiones. Como Van Gaal, Bielsa compartió coordenadas históricas con uno de los momentos mas exitosos del equipo que luego dirigió -en 1974, Newells Old Boys lograría su primer título nacional en el profesionalismo, frente al eterno rival-.Como Van Gaal, Bielsa se pasó mas tiempo desde afuera de la línea de cal que de adentro. Como el Lucho malo (?), MAB tampoco iba a ser un destacado futbolista, aunque a diferencia del holandés tuvo mejores excusas: después de una serie de lesiones y de un par de pasos fuera del equipo del Parque Independencia -en Instituto de Córdoba y Argentino de Rosario-, ya para 1980 abandonaría la práctica profesional del deporte.

Otra vez, al igual que Van Gaal, arrancaría su carrera como DT profesional en el club de sus inicios. Pero, a diferencia del holandés, no surgió como ayudante, sino que pasó por una experiencia amateur -como DT del equipo de la UBA- y en las divisiones inferiores del club rosarino -donde su labor, demás está decirlo, fue exitosa-. Recién en 1989 accedería a la dirección técnica del primer equipo, donde ya alternaban algunos de sus ex dirigidos y un año después del último título del club, a cargo de Yudica.

Otra vez, estamos hablando de una etapa exitosa. Tres títulos locales -Apertura 1990, Clausura 1992 y la recordada final de la temporada 1990/91-; y una destacada actuación en el plano internacional -donde caería por penales contra uno de los últimos grandes equipos de Sudamérica, el San Pablo de Telé Santana, en la Copa Libertadores de 1992-. De todos modos, eran títulos importantes pero no inauditos: dos de aquellas tres conquistas eran títulos semestrales -aunque el formato no fuera culpa suya, obvio-; asimismo, la final de una Libertadores tampoco era novedad para aquel equipo rosarino, que también había quedado a las puertas de la gloria continental en 1988.

Hasta ahí, el aura extrafutbolística del personaje no era apreciada -o al menos no apreciada fuera de Rosario-. Nadie, ni siquiera los hinchas de Newells, fundamentaban su admiración por el entrenador a partir de cuestiones extrafutbolísticas, lo cual es completamente lógico. A lo sumo, para el espectador externo, la cuestión no pasaba de cierta empatía por su estilo de juego o por el hecho de salir campeón con un equipo del interior del país.

Para junio de 1992, Bielsa se había ido de Newells con rumbo a México, más precisamente al Atlas. Acá es donde empieza a desbarrancar la cosa. Pasa por Atlas, toma la dirección técnica en 1993/94, lo saca quinto en la clasificación pero pierde en la fase de Liguilla; llega al América, donde clasifica al equipo a la Liguilla, pero lo echan (!) y vuelve como director deportivo al Atlas, donde habría declinado una oferta para dirigir la Selección de ese país. En fín, no hay títulos, pero aparentemente sería una inspiración para el trabajo con juveniles (?).

Para 1997, Bielsa volvía al país, para agarrar su primer fierro «caliente»: un Vélez que se había acostumbrado a ganar todo en los cuatro años anteriores, y donde hasta Piazza ligaba algo (?). Se llevó un torneo local, el Clausura 1998. De ahí se fue al Espanyol de Barcelona, experiencia que quedaría trunca por el llamado de la AFA para dirigir la Selección Nacional.

Año 1998. Estamos ya en los finales del menemismo, donde ya entramos en la crisis económica y en la suba de la desocupación, entre otros guarismos del orto (?). Sin embargo, la causa de todos nuestros problemas parecía ser la corrupción. Como parte de la ironía de época, este escriba recuerda a cierto relator deportivo, luego retornado durante el FPT -lugar desde donde en los 90 y en el nuevo siglo, se ufanaba de un discurso amigable con el poder político de turno- pedir para la sucesión del cargo de entrenador de la Selección al personaje de este post, por su capacidad y HONESTIDAD. Aunque parezca mentira, ese ser conocido como M. Araujo…no, no, es muy obvio, mejor digamos que era Marcelo A. (?), reflejó toda la contradicción de la época. En 1999, se votaba de presidente a un tipo «honesto», en 1998 se contrataba a un DT por su «honestidad» como valor -la capacidad la tenía, pero quiero remarcar el hecho de que parecía ser una razón tan valedera como la anterior (!)-. Concepto instalado.

El paso de Bielsa por la Selección, como todos sabemos, tiene dos etapas, ambas separadas por un hito obvio. Futbolísticamente, no hay mucho que decir: jugó dos Copas Américas -perdiendo en cuartos de final y en la final contra el mismo equipo-, ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2004, clasificó primero en las Eliminatorias al Mundial de 2002. Ah, cierto, se quedó afuera en la Fase de Grupos de dicho Mundial, que de paso (?) ganó Brasil.

…o La Historia Me Absolverá

En cierto punto, decía antes que la carrera de Bielsa daba para plutarquiarla un poco (?). Antes lo hice con Van Gaal, pero para la época de la Selección no es mala idea comparar con De la Rúa. Como con el megacanje, el paso por las Eliminatorias fue defendido por una cuestión de eficacia, dale que ya nos salvamos, encima con la honestidad nada puede salir mal (?). Que en 1999 no nos fuera bien y que en 2001 ni siquiera fuimos a la Copa América, no era argumento para cuestionar el paso triunfal por los 18 partidos. Así como el corralito fue un modo de intentar seguir a costa de mantener el corset, en 2002 asistimos a un equipo que intentaba superar adversidades -lesiones, mala forma física previa, porqué no un exceso de confianza- tirándole centros a la espigada defensa de Suecia. El junio de 2002 fue al fútbol argentino lo que diciembre de 2001 fue al país.

La diferencia es que Bielsa cambió. ¿Cambió? No mucho. La diferencia con la política, es que no sólo Marcelo no se fue en helicóptero (?), sino que el honestismo se mantuvo -lo cual tiene lógica, ningún Mundial es mas duro que la vida misma-. Aún mas, lo peor fue que, mientras el entrenador cambiaba -a su modo-, el aura de honestismo, ahora mezclado con aguante, se agrandó.

No importaba tanto a qué jugaba, importaba para unos que era un fracasado o que sostenía la suya, es honesto, labura un montón, para otros -quienbes, ademásse regodeaban en su carácter minoritario-: la victoria del arlequín, el cómo y el porqué de las cosas les importa a los putos y a los tibios (?). En cierto modo, la primer imagen reafirma a la foto anterior: el oro le dió la razón (?). En cierto modo, la experiencia de Chile, entre 2007 y 2011, sería un reflejo aproximado de la experiencia argentina: una buena Eliminatoria al Mundial de Sudáfrica, una exagerada percepción de ese logro -el documental Ojos Rojos es un buen modo de observar eso-, una participación en el Mundial acorde a las expectativas -una primera fase accesible, un segundo puesto coherente, una eliminación en octavos criticable mas desde el planteo que desde las expectativas y las posibilidades-. Quizás la mayor diferencia fue el adiós, no por falta de energías sino por despido a cargo de una dirigencia que se sintió demasiado fuerte para ello.

Sus últimas experiencias fueron ya en Europa. En ambos casos -pasado y presente- con equipos que, sin ser menores, no tienen un peso determinante y no tienen una obligación absoluta, quizás estos sean los mejores lugares para Bielsa: donde hay algo por construir, pero no desde los cimientos ni demasiado modestos -además, se ganó el derecho a serlo, el tipo fue a dos mundiales-. En ambos casos, por fortuna, se habló mucho mas del fútbol de Bielsa, para bien y para mal, de su estilo de juego y de sus defectos. De lo que nunca se habló, al menos que yo sepa, es de su honestidad: no es que MAB sea o no honesto, es simplemente que a nadie le importa. Una primera buena temporada con el Bilbao, una segunda temporada irregular con el mismo club. Hoy, con el Olmypique de Marsella -un grande de Francia, pero a la sombra de dos lavaderos de guita- parece irle bastante bien. Veamos cuanto lo sostiene, gane o no la Liga Francesa.

Conclusión: 4 títulos locales (tres con Newells, uno con Vélez) y 1 título con la Selección (los JJOO de Atenas 2004, medalla de oro), nos dan 5 títulos. Parece poco para que tanta gente -hago SIEMPRE la excepción con el leproso, aunque ponerle el nombre de MAB al estadio me parece excesivo- lo ponga en cierto lugar tan exclusivo, un título internacional en clubes le vendría bien. Un buen DT, interesante, con una verba que oscila entre el gongorismo y el alpedismo galopante -da la sensación de que podría decir mas con menos palabras, aunque el hecho de que yo se lo señale puede sonar caradura de mi parte (?)-, comparte con Van Gaal el amor por chocarse dos o mas veces con la misma piedra.

VEREDICTO: SOBREVALORADO, PARA BIEN Y PARA MAL.

Tá luego muchachos…

 – U Rola –